Un descubrimiento arqueológico en el laboratorio de restauración

A veces el descubrimiento de una pieza no se produce  en el yacimiento sino en el laboratorio de restauración. Son momentos de sorpresa y emoción para todo el equipo.
 
En una tumba del cementerio de Casetes en Villajoyosa apareció un amasijo de bronce que se había fundido al quemarse con el cadáver. Por si acaso, la restauradora lo engasó y lo trasladó en una cama rígida a Vilamuseu. Nunca se sabe qué puede aparecer en estos revoltijos de metal deformado, y hay que extraerlos y moverlos con mucho cuidado.
 
Al limpiarlo en el laboratorio, fueron apareciendo botones, ganchos…Tras una difícil restauración, aquí tenemos este broche de cinturón del s. VI a. C., muy parecido al que encontramos en la tumba 17 de la otra gran necrópolis vilera, la de Poble Nou. Se enterró junto a una malla de bronce que el calor del fuego fundió, ocultándola. El intenso calor deformó los garfios y retorció la pieza, pero la magia de la restauradora ha permitido incluso recuperar parte de su decoración de puntos y líneas.  

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