La instalación se ha abierto al público esta mañana con un acto inaugural que ha contado con la asistencia de la concejala de Cultura del Ayuntamiento de la Vila Joiosa, Mª Ángeles Gualde; el director de Vilamuseu, Antonio Espinosa, y el director del Servicio de Cultura de la UA, Faust Ripoll.
El ‘Huevo de la Vida Eterna’, está integrado por dos extraordinarias piezas que formaban parte de ajuares funerarios y que fueron halladas en dos de las tumbas más espectaculares de la necrópolis de Les Casetes, en el sector Jovada, excavado en 2015. Datan del siglo VI antes de Cristo y están asociadas a la cultura fenicia. Se trata de cáscaras de huevo de avestruz decoradas, dos piezas feniciopúnicas magníficas: en primer lugar un huevo de avestruz pintado con flores y palmetas de la tumba 445; y en segundo lugar un casquete, también recortado de un huevo de avestruz, en huecorrelieve pintado en rojo, con un símbolo astral (una estrella o el Sol), similar al símbolo del dios oriental del Sol, Shamash, procedente de la tumba 503. Esta segunda es un hallazgo único en la Península ibérica.
Las piezas aparecieron en dos grandes tumbas de cámara rectangulares con bancos corridos en el fondo, cuyas paredes de tierra se endurecieron mediante fuego. Los huevos de avestruz tienen un significado de resurrección y de fertilidad. Se considera que estas piezas servían de recipiente para la energía vital o el alma del difunto. Las cáscaras depositadas en las tumbas simbolizan la resurrección y eternidad del alma.
Durante la Antigüedad los avestruces eran muy frecuentes en las estepas y en los márgenes desérticos de los valles de los ríos de Siria-Mesopotamia, Egipto y el norte de África. La caza de este animal tan veloz era propia de la nobleza, como muestran numerosas representaciones de faraones egipcios y de reyes de dinastías orientales. Los huevos de avestruz no sólo se utilizaban como alimento, sino también como símbolo de fertilidad y resurrección.