Aquí hubo un santuario íbero que se creó en el s. IV aC. Por las estatuillas y quema-perfumes de cerámica de la Diosa Madre (la Tanit de los cartagineses), es probable que estuviera dedicado a ella. Hacia el año 100 a. C. hubo una gran reforma que arrasó los restos anteriores y alzó series de habitaciones en terrazas. Las excavaciones de un proyecto franco-español (Maison René Ginouvès-Ayuntamiento de Villajoyosa-Universidad de Alicante) han encontrado 9 habitaciones de esta época en la ladera este (delante de usted) y otras 5 en la oeste, aunque queda mucho para excavar.
Al comienzo del Imperio romano (hacia 25 a. C.) se abandonaron estas habitaciones, pero en la cima de la colina continuó habiendo algún tipo de templo donde ahora puede ver la torre del s. XIX. El santuario se abandonó completamente hacia 80 d. C., y seguramente el culto se trasladó al nuevo foro de la ciudad, que acababa de ser declarada municipium por el emperador Vespasiano.
En el sendero que conduce al santuario hay un panel que explica el yacimiento y en el mirador del acantilado otro que explica la Frontera Desierto, o paisaje al sur de la Malladeta.